Más allá de su función como medio de transporte, el automóvil se ha convertido hoy en día en una carta de presentación, para hombres y mujeres por igual.
En una sociedad actual regida por el consumismo y la competitividad, manejar un auto de lujo, último modelo, con el mejor diseño, la mayor potencia, y por supuesto, el más costoso posible, se traduce en un símbolo de status (ya sea real o aspiracional).
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